Fué mandado construir por el Maqués de Peñaflor en el siglo XVIII. Las funciones de la plaza hasta mediados del siglo XIX fueron: principal centro de mercado, escenario público de festejos (corridas de toros, cañas y lanzas) y emplazamiento destacado de conmemoraciones religiosas y procesiones.
Este amplio mirador de cuatro plantas de arcos y columnas barrocas, posee, en la parte superior, un antepecho que sostiene el escudo de los marqueses de Peñaflor. El conjunto se completa con bustos y esculturas dieciochescas.
Se conservan restos de pinturas murales, como era habitual en el gran siglo ecijano, de las que se conservan restos muy significativos.